lunes, 11 de abril de 2016

Un astuto entrenador de fútbol

(Siento no haber podido subir esto el domingo, había que estudiar para exámenes bastante importantes. Pero bueno, mejor tarde que nunca. ¡Allá va!)

El partido estaba empatado. Uno a uno en el marcador. Este partido no se iba a decidir por la habilidad de los jugadores con el balón, sino por la estrategia de los entrenadores.

Alejandro, el entrenador del equipo rojo, ya se había dado cuenta de que había muy pocos balones de fútbol. En concreto, sólo había tres y el que estaba en juego. Eso lo relacionó con que el campo estaba ubicado en un lugar muy cercano a la playa del pueblo.

Ernesto, el entrenador del equipo amarillo, había sobornado levemente al árbitro para que a la más mínima expulsasen a un jugador oponente. Alejandro se dio cuenta de esto cuando, por una confrontación entre jugadores, expulsaron al lateral izquierdo del equipo. "Este árbitro está comprado." Pensaba una y otra vez. Lo peor era que necesitaba al jugador para el partido de la semana que viene, y el comité no permite que los jugadores expulsados jueguen de una a dos semanas.

Pero con un buen desmarque del centrocampista, David consiguió marcar el dos a uno para el equipo rojo. Fue entonces cuando Alejandro pensó que el entrenador rival iba a tomar de su propia medicina. Se acercó al defensa y le comentó la nueva estrategia.

"Todas las que podáis, mandadlas a la playa."

Los despejes fueron aumentando. Se perdían los balones que se lanzaban hacia la costa y finalmente no quedaba ni un solo balón con el que continuar el partido. Veinte minutos transcurrieron entre que encontraban los balones y los traían desde la playa. Veinte minutos que se descontaban del tiempo reglamentario. Tiempo suficiente para aguantar el marcador hasta el final del partido.

Quedaba el problema del expulsado. Alejandro estuvo pensándolo en el viaje de vuelta, y tuvo la mejor idea en su carrera como entrenador: Redactar documentos revocatorios de expulsiones. Todos ellos cuestionaban la actuación del árbitro cuando había una expulsión y todos esos informes terminaban con las mismas palabras mágicas: "Por la presente, se puede adjuntar la grabación en vídeo del partido y, en consecuencia, el momento de la infracción. En caso de que este documento sea validado por la Sede, podremos recurrir a acciones legales."

Doce jugadores del equipo rojo fueron expulsados durante la temporada. Ninguno de ellos fue penalizado en el partido siguiente. Los contrincantes se encontraban esos documentos y ni siquiera se arriesgaban a pronunciarse.

Así pues voy a dar mi opinión sobre esto que os he contado. No soy un gran fan del fútbol. De hecho, me interesan poco los deportes en general. Sin embargo, la estrategia que emplea este entrenador va en contra de la honradez, pero es tan cercana a la vida misma, que obtengo una enseñanza. Algo que me dice que voy a tener que desenvolverme en situaciones injustas con las mismas injusticias.

En definitiva, que escuchando esta historia creo que me he vuelto un poco más picaresco, como Lázaro de Tormes.

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