domingo, 22 de mayo de 2016

El Retorno de una Mercenaria (Parte 1) [Tributo a Vindictus]

(Aquellos que me sigan desde el antiguo blog y tengan buena memoria recordarán quién es esta mercenaria que vuelve. También, resulta que he estado tocando un poco el juego tras haberlo dejado un tiempo, así que... ¡Adelante!)

Cuando la conseguí reconocer, me sorprendió lo que había cambiado. Ya no era una chiquilla joven, sino toda una mujer. Había cambiado hasta su peinado. Aún la recordaba con sus dos largas coletas, pero ahora se había dejado el cabello suelto y de color negro. Su armadura era impresionante a la vista. Era parecida a la de las bellas guerreras de las novelas de fantasía. Sus ojos apenas podían verse. Siempre había tenido los ojos rasgados, pero ahora se había acentuado esa característica. Físicamente, estaba muchísimo más fuerte. Cuando partió, se la veía tan flaca que no la creí capaz de sostener su arma. En ese momento la veía capaz de levantarme hasta a mí en brazos.

Bajó del barco cargando con un baúl enorme. Le costaba llevarlo, pero yo no sería capaz de moverlo ni un palmo. Aún así, intenté ofrecerme a ayudarla con su equipaje.

- ¿Ni siquiera vas a saludarme?

Estaba tan emocionado con su vuelta que se me olvidó saludarla. Me sentí un poco avergonzado, la verdad.

- Lo siento, ha pasado tanto tiempo que...
- Sí, sí. Más tarde hablaremos de todo. Ahora solo quiero volver a casa.
- Así será. Vamos.

También bajaron del barco otros tripulantes. No vi al grandullón con el que partió, pero había caras nuevas. Uno de ellos parecía muy popular entre las chicas del pueblo, que apenas lo dejaban bajar de la embarcación, formando una fuerte algarabía.

No nos detuvimos mucho más. Lynn estaba cansada por el viaje, así que en cuanto nos pudimos sentar en el carromato y los caballos nos llevaban a nuestro hogar, pude hablar con ella.

- Bueno, ya me contarás qué has estado haciendo este tiempo en el viaje, ¿no?
- Sobrevivir. Es lo único que he estado haciendo.

Esta vez sí que pude notar sus ojos azules claros, que me miraban directamente.

- ¿Te ha pasado algo?
- Pregunta qué es lo que no me ha pasado. Así acabamos antes.
- ¿Por qué estás así? Te noto malhumorada.
- Para no estarlo - Dijo mientras se cruzaba de brazos-. Tras haber tenido que viajar con ese chico malcriado, vengo de los nervios.
- ¿Ese que ha montado un revuelo en el desembarco?
- El mismo. Él mató a Karok.
- ¿Quién es Karok?
- Un hombre grande que venía en nuestro barco cuando zarpamos.
- Ah, lo recuerdo. ¿En serio?
- Me siento mejor si lo tengo lejos.

Lynn suspiró. Dejó de tener sus brazos cruzados.

- Entonces no tienes ganas de hablar, ¿cierto?
- No es eso. Dame un momento, por favor.

Esperé pacientemente. Estuvimos en silencio hasta la mitad del trayecto.

- Gracias - Dijo de pronto Lynn.
- ¿Ah?
- ¿Quieres que te cuente lo que he vivido?
- Eso te he preguntado, sí.
- Bien. En cuanto llegamos al poblado, supe que algo no iba bien. El puesto de mercenarios parecía un abrevadero. Por suerte, no fui la única mujer que entró aquel día, si no, cualquier cosa me podría haber pasado incluso antes de la primera misión. Vella iba a estar conmigo hasta el final. Ella desembarcó en Malina, por eso no estaba por aquí.
- Te refieres a la pelirroja que iba contigo, ¿verdad?
- Sí. Nos hicimos buenas amigas. Pero a lo que iba. Pasaron un par de días hasta que nos enviaron a la primera misión. Yo era inexperta, pero según nuestro líder, lo hice bastante bien. Se trataba de un viaje a las ruinas. Durante tres días estuvimos allí, hasta enfrentarnos al propio jefe de los gnolls. Era una criatura enorme. Para ser la primera misión, fue bastante dura. Karok se dislocó el hombro y Vella quedó inconsciente al final del tercer día, en el que por poco no salimos vivos.
- Parece ser muy difícil, sí. Estabas jugándote la vida.
- Fue entonces cuando empecé a darme cuenta de que esto no iba a ser un viaje de vacaciones. Tenía que entrenar, esforzarme al máximo. Tuvimos dos semanas de descanso tras la misión, y nos pagaron bastante bien. Estuve viviendo en casa de un señor un tanto extraño mientras entrenaba a diario. Su hija era muy simpática, la verdad. Nos acogieron a Vella y a mí. No tuvimos problema ninguno, al contrario que en el puesto de mercenarios. Dormir ahí era más peligroso que el más grande de los gnolls.
- Vaya. ¿Entonces te enfrentaste a peligros de tamaño gigante?
- Y tanto. La segunda misión, en cuanto Karok se recuperó, fue adentrarnos en una cueva congelada. El frío, el hielo y un oso polar gigante en contra de nosotros. De verdad que temí por mi vida esa vez. Me quedé atrapada debajo del cuerpo del oso, y casi me clavé mi propia guja.

Yo simplemente escuchaba atónito a todas las historias de Lynn. Había estado al borde de la muerte muchas veces y, sin embargo, estaba aquí. En todo el tiempo en el que me contaba sus hazañas, llegamos a nuestro pueblo. Nuestro hogar. Allí fue donde Lynn se encontró con su padre, ya muy mayor. En cuanto la vio, se alegró mucho de verla. La creyó muerta después de tanto tiempo, pero volvió.

- Padre. He cumplido la promesa.
- Sí, hija. Tu hermano estaría orgulloso. Seguro que también se enfadaría porque has llegado a ser mejor que él, pero en el fondo estaría orgulloso.

Ambos rieron. Era bastante emotivo el reencuentro. Yo, que me había dedicado a las telas en un tranquilo pueblo, no me imaginé que existiesen tales peligros ahí fuera. Mientras ellos dos hablaban, dejé el equipaje de Lynn con gran esfuerzo en su habitación. Curioso, lo abrí y vi todo lo que traía. Un mechón de pelaje rojo, un hueso enorme... Todo era lo que iba conservando de sus aventuras. Incluso un diario al final del baúl.

(Para leer ese diario, harán falta dos semanas. Ya mismo comienzan las vacaciones de verano y volverá el ritmo normal. Por ahora, ¡tengo que concentrarme para los exámenes!)(Aquel que me siga desde el antiguo blog y tenga memoria es posible que recuerde quién es el personaje que ha vuelto en esta mini serie.)


domingo, 8 de mayo de 2016

Alternando

Bueno, se acercan los exámenes finales y yo tengo que estudiar para selectividad. Eso explica la irregularidad estos últimos días. Voy a hacer lo siguiente: Para no abandonar esto, porque me gusta que sea así, semanal, voy a intentar subir algo cada dos semanas.Un domingo sí y otro no.

¿Las buenas noticias? Voy a estar más relajado con el blog, puedo dedicarme más al estudio, porque me hace falta, y a lo mejor consigo terminar Darkest Dungeon, que dejé aparcado el episodio donde abrían una puerta y nadie supo quién era. He de confesar que le perdí el interés. ¿Por qué? Porque no tengo tiempo para jugar al juego en cuestión.

"Lo bueno se hace esperar." Así que nos toca esperar a todos hasta mediados de junio. Para ese entonces, volveré a ser libre y a escribir cada semana.

Hasta entonces, iré alternando domingos. ¡Espero que lo llevéis bien! ¡Hasta el próximo domingo, porque este bo cuenta!

domingo, 1 de mayo de 2016

Inalmia y el pájaro negro del reencuentro

Estaba sentado frente a una jaula enorme con pájaros de todos los colores en el interior. Podían verse a través de un gran cristal rectangular. El pájaro azul era uno de los más grandes, y destacaba también el pájaro negro, dominante en la rama más alta de la jaula. Incluso los pájaros amarillos iban a ayudarlo si se enfrentaba a otros pájaros para arrebatarle el puesto. El pájaro marrón revoloteaba con el pájaro rojo de un lado para otro de la jaula, como si fuesen uno solo.

"¿Tú qué pájaro eres?" Eso fue lo que me preguntó una desconocida. Tenía el cabello negro, muy liso y largo. Apenas podía ver el color de sus ojos rasgados, pero su piel parecía más tersa que la de cualquier otra persona que conociese excepto mi hija, cuya piel no tiene par con la de ninguna otra persona. Un poco aturdido, me presenté. Ella se llamaba Inalmia. Un nombre extraño, cuanto menos.

Tras presentarnos y dejar un silencio un tanto incómodo de por medio, recordé la pregunta y contesté.

- Probablemente sería el pájaro verde, ese que está tranquilamente sentado en su rama, sin que nadie lo moleste.
- No es cierto. Tú eres el pájaro rojo. Mírate.
- ¿Sólo porque mi túnica es roja?
- No. Porque vas con el pájaro marrón.
- No voy con nadie ahora mismo.
- Fíjate bien. Cada vez que el pájaro marrón se acerca al negro, el pájaro rojo frena un poco, antes de continuar el vuelo con su amado pájaro marrón.
- Un momento. ¿Qué pájaro eres tú?
- ¿No te has dado cuenta? Soy el pájaro negro, y hoy soy yo la que manda.
- Pues vaya. A sus pies, damisela - dije en tono de burla.
- Supongo que te refieres al pájaro marrón, no al negro.
- ¿Cómo?

Entonces fue cuando unos brazos aparecieron enfrente mía, abrazándome desde la espalda. Estaban cubiertos por un abrigo marrón. Yo conocía esos brazos, y me quedé estupefacto. No me esperaba volverla a ver tan pronto. Sin embargo, me encantó que esto sucediese. Junté sus manos con las mías, aún nervioso, pero no conseguí decir nada más.

- ¿No es mucha casualidad que vayáis de rojo y marrón?

Inalmia, como si conociese de antemano lo que iba a suceder, nos juntó de nuevo. Sólo porque ella quería vernos juntos una vez más. Así fue. Serena estaba a mi lado. Yo estaba al lado de Serena. Ambos estábamos al lado uno del otro. Edward y Serena, juntos una vez más, sólo para demostrar que contra el amor no se puede luchar. Que siempre volverá, aunque sea gracias a los que apoyan esta historia, como Inalmia.

- Me ha recordado esto a algo... Sí, a un cuento de hace bastante tiempo. Ese en el que un pájaro blanco comenzaba a tintarse de muchos colores según pasaba por distintos lugares, hasta que mezclando todos los colores se volvía negro, y entonces moría. No obstante, tú eres el pájaro negro. ¿Cómo?
- Porque no todo el mundo tiene que estar vivo del todo. Nadie lo está.
- ¿Qué?
- Piénsalo.

Meses más tarde me di cuenta de qué quería decir. Explorando mis capacidades, me di cuenta de que podía hablar con espíritus de personas muertas, pero no podía percibir ningún espíritu en Inalmia. Parecía que su espíritu era tan confuso como para detectarlo cuando lo intentaba. ¿Estará ocultando su espíritu, o simplemente no tiene? ¿Es posible ocultarlo siquiera? Hay tantas cosas que no sé sobre mi propia habilidad...

Pero lo que sí sé es que tengo que agradecerle a Inalmia el haberme reencontrado con Serena. Por ello estaré eternamente agradecido.
Y tengo que felicitarla por su cumpleaños, que no lo he hecho. ¡Felicidades!