viernes, 26 de enero de 2018

¡Voy a participar en Malaga Jam Weekend VII!


Pues como dice en el título. Lo primero es disculparme por no haber subido nada ayer jueves, pero de verdad que estaba hasta arriba de trabajo y estudio y se me ha echado el tiempo encima. A lo que iba, este fin de semana también voy a estar bastante ocupado porque voy a participar en la Malaga Jam Weekend VII. Debido a esto, he tenido que adelantar estudio y tareas que me han impedido subir algo, pero no me preocupa, porque voy a traeros algo sobre mi fin de semana el jueves que viene. Hasta entonces, lectores.

jueves, 18 de enero de 2018

Mis dos entradas para "100 palabras en un metro"

He aquí mis dos entradas para el certamen literario que tuvo lugar a finales de 2017 en el Metro de Málaga con el título: "100 palabras en un metro". No obtuve ningún premio ni mención, pero me gustaron mis entradas igualmente, así que aquí os dejo con ambos relatos breves de no más de cien palabras. El pie para los relatos era: "Este metro no lo pierdo."


El niño de los trenes de juguete.

Fue lo que dijo su personaje favorito mientras corría velozmente por la estación. La campana sonaba, lo que indicaba que el metro estaba a punto de marcharse sin él, pero consiguió entrar de un salto poco antes de que se cerrasen las puertas. El niño, que jugaba entusiasmado con su imaginación, sus muñecos y su tren de juguete, salió de su habitación para comprobar quién había tocado el timbre.


La autómata.

Era lo que pensaba cada mañana. Salía de casa siempre a la misma hora y caminaba con un ritmo invariable, dejando su huella solamente en las baldosas impares de las aceras de Puerta Blanca. Esta rutina era ejecutada una y otra vez a la perfección, como si de un autómata se tratase. A ella le gustaba así. Lo tenía todo bajo su control en su agenda. Ese día, para su sorpresa, perdió el metro tras haber realizado sin error alguno el mismo algoritmo. Aún dubitativa, respiró hondo y sonrió. Al fin se había librado de su rutina.

jueves, 11 de enero de 2018

RYB: Un sueño de año nuevo


Un sueño de año nuevo

- Va a cambiar sus vidas por completo. ¡No puedo hacerlo!
- ¡Tienes que hacerlo! ¡No queda tiempo y no tenemos otra opción!
- ...Está bien.
- ¿Los has elegido bien?
- Eso espero. Ya sabes: "Cada segundo es habilidad y cada segundo es suerte."
- Te lo tomas con demasiada calma. Vamos, se acaba el tiempo.
- Feliz año nuevo. Yui, Rui, Bui... Suerte.


Tras terminar esa frase y golpear las fichas fuertemente sobre la mesa, cerró los ojos y se mostraron tres fichas de dragones verdes. Eran las doce de la noche. Primer día de Enero del nuevo año.

Yui fue la primera en irse a dormir la noche de año nuevo. Celebrarlo con la única compañía de su madre no era el plan más divertido, así que pronto el aburrimiento se convirtió en sueño.

- Yui. Eres el primer dragón.

Yui no pudo articular ninguna palabra. No porque no quisiese, sino porque el sueño se desvaneció repentinamente. No le daría mayor importancia la mañana siguiente. Simplemente pensó que fue un sueño raro.

Bui fue el siguiente en ser vencido por el sueño la noche de año nuevo. No era de extrañar, pues la fiesta fue bulliciosa y divertida para él. Tuvo un sueño muy similar al que tuvo Yui el mismo día.

- Bui, eres el segundo dragón.
- ¿Eh?

Ahí terminaba el sueño de Bui. No obtuvo respuesta. Poco después, Rui volvió a casa y se durmió en cuanto se acostó en su cama. Había sido una noche estresante lejos de casa. Iba a tener un sueño casi idéntico.

- Rui... El tercer dragón.

Pasó lo mismo. La voz misteriosa se desvaneció junto al sueño.

- Sólo espero que no se vayan de la lengua con lo que van a poder hacer...
- Estás loco. ¿Cómo se te ocurre darles semejantes poderes? ¡La gente se dará cuenta! ¡No puedes dejar sueltos por el mundo normal a tres adolescentes con poderes sobrehumanos!
- No teníamos opción. Tenemos que confiar en la fortuna. Bueno, y en que nuestro enemigo no cuente con mejores bazas.

Bui fue el primero en levantarse. Él seguía pensando en el sueño. Era una sola frase, pero ese sueño tenía algo especial. Algo que no podía describir pero que recordaba.

Rui se despertó tarde, pero antes que Yui. Esta última fue la primera en descubrir lo que había pasado.

Yui estaba sola en casa, como de costumbre. Ella misma tenía que cocinar. Sin embargo, a la hora de encender el fuego, hizo un gesto con dos dedos y lo encendió, sin necesidad de cerillas. Lo hizo como si lo llevase haciendo toda su vida, pero no fue consciente hasta pasados unos segundos. Aún en shock, se concentró en terminar la comida rápidamente para después intentar repetir lo que había hecho.

Una vez fuera de los fogones, lo volvió a intentar. Un gesto con dos dedos que, de la nada, hacía salir una pequeña llama que se apagaba al instante. Yui no se lo creía. Pensó que era muy real para ser un sueño. Se quedó muy confusa. "¿Desde cuándo sé hacer esto?" Se preguntaba a sí misma. Yui había descubierto su primer poder como dragón.

- Pues lo ha descubierto pronto. Tiene sentido. Los otros dos no empezarán a saber de lo que son capaces hasta el día siguiente.
- Me tienes angustiado. Esto no es para nada seguro. Lo van a descubrir y no tendremos oportunidad alguna.
- Tranquilízate, Ryanpeikou. No van a revelarse fácilmente.

jueves, 4 de enero de 2018

Cuéntame un cuento: El colgante de jade

¡Feliz año nuevo lectores! Aquí os dejo el último cuento que he hecho improvisado hasta el momento. Fue uno que duró bastante y me quedé satisfecho con él. Lo que hizo el acordarme de un par de nombres de un MMORPG, Vindictus, pude crear esta historia improvisada. Espero que os guste.


El colgante de jade

Nel era una chica preciosa. Su cabello rubio brillante y su tez pálida, albina, hacían que nunca pasase desapercibida por las calles de Rocheste. Brakis, el hombre encargado de cuidarla a la par de trabajar en la herrería, la quería como si fuese su propia hija. Era una pena que su padre formase parte del ejército real y casi nunca podía estar en casa. Y otra desgracia es el paradero de su madre, totalmente desconocido.

La chiquilla había sido siempre muy pedigüeña, y la bondad de Brakis hacía que siempre tuviese todo lo que ella quería. Podría decirse que era la única niña mimada del lugar, o incluso del continente, teniendo en cuenta los tiempos difíciles que corrían.

Nel se había encaprichado un día por conseguir un cristal de jade para tenerlo en un colgante. Era una joya extraña y el hecho de que sólo pudiese encontrarse más allá del océano era un inconveniente. Brakis no podía abandonar Rocheste tanto tiempo como para embarcarse. Pidió a Nel que esperase pacientemente, porque no era sencillo hacerse con un cristal de jade. Consiguió convencerla a medias. Cada día volvía a preguntar sobre el cristal.

Todos los marineros ponían precios desorbitados para traer el cristal a Rocheste. Brakis no podía hacer frente a semejante gasto y todos sus intentos de regatear eran fútiles ante los codiciosos comerciantes marítimos.

La solución llegó de una manera inesperada.

Llegó a la herrería alguien que llevaba una armadura completa. Era casi imposible distinguir si era un hombre o una mujer, hasta que se quitó el casco y lo dejó en el mostrador de piedra provocando un sonido estruendoso. Una muchacha joven pero con mucho músculo reveló su pelo castaño recogido en una coleta y su rostro cicatrizado por la experiencia en la guerra.

- Necesito una armadura decente, si es posible. -¿Es usted mercenaria? -Si fuese de la Guardia Real no estaría aquí. -Tiene razón. Las que tengo están ahí detrás.

En el momento en que la mujer dejó su armadura anterior, lo vio. Un colgante con un cristal de jade rodeaba el cuello de la mercenaria.

-Perdone, ¿dónde ha conseguido ese colgante? - Preguntó Brakis inmediatamente tras reconocerlo. -¿Por qué pregunta? -Me gustaría saber dónde conseguirlo sin pagar una fortuna por él. -Es para su hija, ¿cierto?

Brakis estaba confuso y tardó en dar una respuesta tartamudeante.

-No, quiero decir... Sí, puede llamarse así... - Dijo mientras reducía el volumen de su voz. -No se preocupe, que yo le puedo conseguir uno. -¿Cómo? -Usted espere al siguiente ferry que vuelva a Rocheste. Volveré en él y le traeré lo que me ha pedido. -¿En serio? -No lo dude. Me quedo con esta. No me disgusta ni me molesta. ¿Cuánto? -Un cristal de jade. Llévesela. Confío en usted.

Tres días después, en el que Nel no había parado de insistir en preguntar por el colgante, Brakis esperaba en el puerto al ferry. Un enorme barco que se veía a lo lejos. Buscaba con la mirada a alguien parecida a la mujer, o con la misma armadura que se llevó, pero no la encontraba. Esperó sentado hasta que todos los tripulantes hubiesen bajado del ferry y ninguno daba el perfil.

Nel iba pegando pequeños brincos a través de las calles de Rocheste hasta que se encontró en la plaza a una mujer sentada en la fuente que llevaba un colgante con un cristal de jade exactamente como el que la niña quería

Brakis suspiró y se dio por vencido. En su camino de vuelta a la herrería, sin embargo, vio la escena.

Nel se había adelantado a hablar con la muchacha joven sobre el colgante. A ella, al contrario que a Brakis, sí que le contó dónde lo había conseguido.

"Un cristal de jade sólo se puede conseguir en las Islas Altas, al oeste. Están muy, muy lejos y alcanzar a conseguir alguno es muy peligroso. Los animales salvajes están al acecho, ¡y te pueden pegar mordiscos enormes!"

Eso, y más explicaciones sobre las aventuras de la mercenaria llegaron a los oídos de Nel, antes de que Brakis interviniese.

-¡Brakis, mira! ¡Es un colgante de cristal de jade! -Ya sé que querías uno, pero... -Me lo ha contado todo Ceara -dijo, señalando a la mujer - Si era taaaaaan difícil, ¡me lo tendrías que haber dicho!

Ceara se levantó del borde de la fuente y se dirigió al herrero.

-Le ruego me disculpe. No pude encontrar ningún cristal. -Oh... - Soltó Brakis bajando la mirada. -¡Pero no pasa nada! - interrumpió Nel el silencio - Seguro que Papá sí que puede conseguir uno. ¡Papá es increíble, viaja por todo el mundo!

Ceara se agachó y acarició el pelo de la chiquilla.

-Escríbele una carta. Estuve en la Guardia Real y lo que más nos gusta es recibir una carta de nuestros seres queridos. Seguro que, cuando vuelva, te traerá un cristal precioso.

Días después, en una isla rocosa...

- Nel... Cuando encuentre a tu madre, te daré el colgante que le regalé.