jueves, 4 de enero de 2018

Cuéntame un cuento: El colgante de jade

¡Feliz año nuevo lectores! Aquí os dejo el último cuento que he hecho improvisado hasta el momento. Fue uno que duró bastante y me quedé satisfecho con él. Lo que hizo el acordarme de un par de nombres de un MMORPG, Vindictus, pude crear esta historia improvisada. Espero que os guste.


El colgante de jade

Nel era una chica preciosa. Su cabello rubio brillante y su tez pálida, albina, hacían que nunca pasase desapercibida por las calles de Rocheste. Brakis, el hombre encargado de cuidarla a la par de trabajar en la herrería, la quería como si fuese su propia hija. Era una pena que su padre formase parte del ejército real y casi nunca podía estar en casa. Y otra desgracia es el paradero de su madre, totalmente desconocido.

La chiquilla había sido siempre muy pedigüeña, y la bondad de Brakis hacía que siempre tuviese todo lo que ella quería. Podría decirse que era la única niña mimada del lugar, o incluso del continente, teniendo en cuenta los tiempos difíciles que corrían.

Nel se había encaprichado un día por conseguir un cristal de jade para tenerlo en un colgante. Era una joya extraña y el hecho de que sólo pudiese encontrarse más allá del océano era un inconveniente. Brakis no podía abandonar Rocheste tanto tiempo como para embarcarse. Pidió a Nel que esperase pacientemente, porque no era sencillo hacerse con un cristal de jade. Consiguió convencerla a medias. Cada día volvía a preguntar sobre el cristal.

Todos los marineros ponían precios desorbitados para traer el cristal a Rocheste. Brakis no podía hacer frente a semejante gasto y todos sus intentos de regatear eran fútiles ante los codiciosos comerciantes marítimos.

La solución llegó de una manera inesperada.

Llegó a la herrería alguien que llevaba una armadura completa. Era casi imposible distinguir si era un hombre o una mujer, hasta que se quitó el casco y lo dejó en el mostrador de piedra provocando un sonido estruendoso. Una muchacha joven pero con mucho músculo reveló su pelo castaño recogido en una coleta y su rostro cicatrizado por la experiencia en la guerra.

- Necesito una armadura decente, si es posible. -¿Es usted mercenaria? -Si fuese de la Guardia Real no estaría aquí. -Tiene razón. Las que tengo están ahí detrás.

En el momento en que la mujer dejó su armadura anterior, lo vio. Un colgante con un cristal de jade rodeaba el cuello de la mercenaria.

-Perdone, ¿dónde ha conseguido ese colgante? - Preguntó Brakis inmediatamente tras reconocerlo. -¿Por qué pregunta? -Me gustaría saber dónde conseguirlo sin pagar una fortuna por él. -Es para su hija, ¿cierto?

Brakis estaba confuso y tardó en dar una respuesta tartamudeante.

-No, quiero decir... Sí, puede llamarse así... - Dijo mientras reducía el volumen de su voz. -No se preocupe, que yo le puedo conseguir uno. -¿Cómo? -Usted espere al siguiente ferry que vuelva a Rocheste. Volveré en él y le traeré lo que me ha pedido. -¿En serio? -No lo dude. Me quedo con esta. No me disgusta ni me molesta. ¿Cuánto? -Un cristal de jade. Llévesela. Confío en usted.

Tres días después, en el que Nel no había parado de insistir en preguntar por el colgante, Brakis esperaba en el puerto al ferry. Un enorme barco que se veía a lo lejos. Buscaba con la mirada a alguien parecida a la mujer, o con la misma armadura que se llevó, pero no la encontraba. Esperó sentado hasta que todos los tripulantes hubiesen bajado del ferry y ninguno daba el perfil.

Nel iba pegando pequeños brincos a través de las calles de Rocheste hasta que se encontró en la plaza a una mujer sentada en la fuente que llevaba un colgante con un cristal de jade exactamente como el que la niña quería

Brakis suspiró y se dio por vencido. En su camino de vuelta a la herrería, sin embargo, vio la escena.

Nel se había adelantado a hablar con la muchacha joven sobre el colgante. A ella, al contrario que a Brakis, sí que le contó dónde lo había conseguido.

"Un cristal de jade sólo se puede conseguir en las Islas Altas, al oeste. Están muy, muy lejos y alcanzar a conseguir alguno es muy peligroso. Los animales salvajes están al acecho, ¡y te pueden pegar mordiscos enormes!"

Eso, y más explicaciones sobre las aventuras de la mercenaria llegaron a los oídos de Nel, antes de que Brakis interviniese.

-¡Brakis, mira! ¡Es un colgante de cristal de jade! -Ya sé que querías uno, pero... -Me lo ha contado todo Ceara -dijo, señalando a la mujer - Si era taaaaaan difícil, ¡me lo tendrías que haber dicho!

Ceara se levantó del borde de la fuente y se dirigió al herrero.

-Le ruego me disculpe. No pude encontrar ningún cristal. -Oh... - Soltó Brakis bajando la mirada. -¡Pero no pasa nada! - interrumpió Nel el silencio - Seguro que Papá sí que puede conseguir uno. ¡Papá es increíble, viaja por todo el mundo!

Ceara se agachó y acarició el pelo de la chiquilla.

-Escríbele una carta. Estuve en la Guardia Real y lo que más nos gusta es recibir una carta de nuestros seres queridos. Seguro que, cuando vuelva, te traerá un cristal precioso.

Días después, en una isla rocosa...

- Nel... Cuando encuentre a tu madre, te daré el colgante que le regalé.

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