domingo, 14 de agosto de 2016

Relatos de un PNJ #5: El plan de fuga de Arstis

Seyren entró en su casa. Era ya casi mediodía. Margaretha estaba esperándolo.
-Buenas tardes, Seyren.
-¿Margaretha? ¿No deberías estar en…?
-No, yo pregunto primero. ¿Dónde estuviste ayer? Estuve buscándote por todas partes.
-Ayer… Me perdí un poco por la feria.
-Tampoco dormiste aquí.
-...
-Mira, no me quiero meter demasiado en tus asuntos, pero necesitaba hablar contigo, y es muy importante para ambos.
Seyren se quedó callado, mirando con una expresión interrogante a su hermana.
-Me han enviado - Dijo Margaretha.
-¿Qué?
-Que me han enviado.
-¿Dónde, Marga? No te entiendo.
-Al Continente Norte.
La expresión de sorpresa de Seyren podía verse muy fácilmente. El Continente Norte, donde enviaron al padre de Seyren y nunca volvió. También es el padre de Margaretha, aunque ella consiguió sobrevivir con madurez a la catástrofe familiar de sus padres. Seyren aún era un crío en ese tiempo.
-Tengo que ir contigo, Marga.
-Lo sabía. ¡Pero no me llames así!
-¡Está bien, hermana, está bien! Con tal de poder ir hacia el Continente Norte puedo intentar dejar de llamarte Marga.
Margaretha soltó una leve risilla, pero en un instante recuperó las formas.
-Ve preparando el equipaje y despídete de cualquier persona que deba saberlo. Yo ya estoy lista. Podremos ir esta misma tarde.
-¿Esta tarde? ¿Piensas cruzar la montaña en una tarde?
-Si vamos a buen ritmo, llegaremos sin problemas. Vamos, date prisa y tendremos más tiempo.

Seyren no daba crédito a que estuviese preparando un viaje al lugar donde quería ir una vez se convirtiese en caballero. Estaba muy ilusionado y, a la vez, inseguro. “¿Era suficiente su entrenamiento?” Esa pregunta se le pasó por la cabeza varias veces, pero siempre contestaba de la misma manera: “Sea o no suficiente, voy a seguir la pista de mi padre.” El caballero se encontraba motivado, gracias a las buenas nuevas.

Antes de esto, Erend salía corriendo de la Iglesia para intentar encontrar a Tres. Afortunadamente, la consiguió ver en la plaza y habló con ella. Era información muy importante que la niña tenía que comunicar a Armaia. Tres siempre había sido una niña que no podía quedarse quieta en un sitio. Estaba de un lado para otro y se enteraba de todos los rumores del pueblo. Esta actividad, cuando fue creciendo, acabó convirtiéndose en un mal hábito. Tres es una experta en todo aquello por lo que un guardia podría encerrarte en los calabozos. Desde gastar bromas pesadas hasta robar, ella puede hacerlo sin que nadie la pille. Ese día, llevaba una camiseta corta de color anaranjado suave y unos leggings negros. No era la indumentaria habitual para las chicas, pero a ella le encantaba su ropa porque la hacían más ágil, y sus padres no tenían ningún problema en hacerla a medida, pues era hija de una familia de sastres. Sus zapatos eran marrones con un adorno rojo alrededor del hueco del pie y las suelas estaban hechas de piel y pelaje de lobo gris. Ella llamó a la puerta de la casa de Armaia, y su madre abrió.
-Hola, ¿está Armaia?
-Sí, pero no quiere que nadie entre en su habitación - Respondió su madre.
-¿Por qué es eso?
-No lo sé. Ayer vino por la noche llorando. ¿No estaba con vosotros?
-La…perdimos de vista un momento…
-Yo lo he intentado, pero me preocupa. Nunca había sido tan persistente en algo.
-Voy a hablar con ella - Dijo Tres, mientras se marchaba corriendo sin apenas dejar tiempo a la madre a reaccionar.
-¿Pero cómo…?

Tres se conocía todos los secretos, incluidas las rutas que debía seguir y las cornisas por las que debía saltar para alcanzar el tejado de cualquier casa. No fue difícil alcanzar la ventana de la habitación de Armaia y colarse sin avisar.

-¡Armaia! - Gritó Tres mientras aterrizaba en el cuarto de su amiga.
-¡AAAAH! ¿¡Pero qué!?
-Tengo algo importante que decir… te… ¿Qué te pasa?
Armaia tenía los ojos enrojecidos y las mejillas ya dejaron camino para el río de lágrimas.
-Tres...Quiero estar sola…
-¿Qué pasó ayer, Armaia?
-Yo… yo…
Tres le dio un abrazo a su amiga, fue entonces cuando volvió a romper a llorar y confesó todo.
-¡Yo quería a Seyren, pero lo vi besándose con una mujer en la feria!
-¿¡Quée!? ¿Estabas por el caballero? - Preguntó sorprendida mientras miraba a Armaia y la agarraba de ambos hombros.
-Sí…
-¡Pues tengo una noticia! ¡Seyren se va de viaje!
-¿Y eso es una buena noticia?
-Erend me ha dicho que escuchó a su hermana hablar con un sacerdote sobre un viaje, y que estaba segura de que su hermano la iba a querer acompañar.
-Un momento, eso significa… - Armaia abrió mucho los ojos - Que no podrá ver a la mujer de ayer…
-¡Es verdad! ¡Puedes intentar conseguir al caballero de nuevo!
-¿Pero cómo, Tres? No es que pueda irme de viaje así como así…
-Estoy segura de que sí.
-¡Un viaje es muy caro!
-Si me haces caso, no tendremos que pagar nada.
-¡Tres! ¿Otra vez con tus trucos?
-Hazme caso. Lo primero es convencer a tus padres de que te vas de viaje. Esto es lo más difícil. No te van a dejar irte así como así, claro. Somos niñas.
-¿Entonces cómo lo hago?
-Ya se te ocurrirá algo.
-¿A mí?
-¡Yo también tengo que hacer mi excusa e irme de casa! Ya que estás, prepara tus cosas para el viaje.
-No me creo que vaya a hacer esto… ¿Estás segura, Tres?
-Que sí. Todo está planeado.
-Eso espero…

Tres saltó por la ventana y aterrizó en la cornisa del piso de abajo para después llegar a la calle sin problemas. Los problemas ahora los tenía Armaia, quien no sabía cómo decirle a sus padres que se iba de viaje. Mientras lo pensaba, lo entendió. Si ella se iba de viaje con Seyren, podría conquistarlo. Si no iba con él, no iba a tener ninguna oportunidad.


Seyren salió a la calle y dio un par de golpes en una puerta. Gertie fue la que abrió y, muy contenta de verlo, le dio un abrazo.
-Gertie, tengo una cosa que decirte…
-¿El qué? - Un calambre recorrió el espinazo de la mujer. Se dio cuenta de que el tono de voz de Seyren era demasiado serio.
-Tengo que irme de viaje como caballero que soy. Debo ir al Continente Norte.
-¿¡Cómo!? ¡No! ¡No puedes irte así! ¡Apenas hemos…!
-Sí, pero… Siempre puedo escribirte, ¿no es así?
-¿Por qué esa necesidad de ir allí? ¿No tienes opción a quedarte conmigo?
-La tengo, no te voy a mentir. Pero no puedo. Mi propósito de hacerme caballero era ir al Continente Norte.
Gertie se quedó muda. No sabía lo que hacer.
-Lo siento, Gertie. Es muy repentino, pero…
-Voy contigo.
-¿Qué?
-Me da igual. Voy contigo. El lugar no importa. Voy contigo.
-Gertie, esto no…
-He dicho que me da igual. ¡No pienso quedarme aquí cuando mi amor está contigo!
Gertie había perdido los papeles completamente. Se la veía muy tensa. Estaba a punto de lanzar algún objeto por los aires. No lo hizo, pero cerró de un portazo diciendo como última frase: “Estaré lista para partir en un momento. Yo te seguiré cuando comience tu viaje.” Ante el miedo de perder su oportunidad, Gertie no quiso dejar escapar al caballero y decidió irse de viaje con él. Su objetivo era Seyren, y no podía dejarlo escapar.

Todo estaba listo. Armaia había atado las sábanas para bajar por la ventana sin que sus padres se enterasen. Tres la estaba esperando abajo con un pequeño saco lleno con sus posesiones. Armaia llevaba una gran bolsa pesada atada a su espalda. Llevaba demasiadas cosas para el viaje. La sábana aguantó la bajada de la niña, y ambas pudieron marcharse. Tres había puesto la excusa de quedarse en casa de Armaia durante unos días...o meses. Los padres no se oponían, pues su hija era la mandamás de la casa. Armaia no tuvo tanto valor como para enfrentarse a sus padres. Dejó una carta encima de su cama en la que ponía: “Me han secuestrado”. Esto, obviamente, iba a asustar muchísimo a los padres de Armaia en cuanto lo encontrasen, pues se darían cuenta de que su hija se había ido de casa sin avisar, porque no se lo creerían. Sin embargo, ella estaba conforme. Iba a perseguir a su caballero, aunque las princesas no hiciesen esas cosas en los cuentos.

-¡Vamos, Armaia, que nos llevan ventaja! - Apremiaba Tres.

-¡Vamos! Antes de que me arrepienta… - Suspiraba Armaia.

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