jueves, 14 de diciembre de 2017

Cuéntame un cuento: Fernando el titiritero

En esta sección, voy a subir aquellas historias que salen improvisadas e inspiradas cuando mi amada me dice: "Cuéntame un cuento." Yo accedo a inventar en el momento una historia corta y escribírsela. Lo que tiene el amor en la distancia. Sin embargo, lo pasamos bien comentando este pasatiempo, y he decidido compartir estas historias improvisadas con todos. No son mis mejores trabajos, ya que están hechos sin mucho pensamiento detrás, pero aún así se les tiene aprecio. Espero que disfrutéis de los cuentos.


Fernando el Titiritero

El teatro de títeres siempre fue un entretenimiento interesante, pero casi nunca se tiene en cuenta el talento y el trabajo que lleva detrás.

Un buen titiritero consigue darles vida a esos muñecos de trapo que con tanto esmero se ha dedicado a fabricar, hasta el punto de que acaban siendo parte de la familia y alegran el día a aquellos que se encuentran en tristeza.

Fernando tenía muchos muñecos y muñecas de todo tipo, incluyendo mascotas como perros, gatos... Hasta un chimpancé. A él le encantaba inventar nuevas historias para sus funciones en la plaza, y no tenía otro quehacer, pues vivía solo en su casa.

Un día encontró en su colección un muñeco que él no recordaba haber fabricado. Era más pequeño que los que normalmente hacía y le extrañó sobremanera que estuviiese allí. Lo examinó detenidamente y, tras estar un rato jugueteando con él, ideó una historieta con las marionetas que tenía al lado de donde fue encontrado este títere.

Como era un muñeco pequeño, decidió que sería el hijo de una familia que lo que quería era salir de casay recorrer el mundo, pero sus padres querían que trabajase en la ciudad. Intentaba todo tipo de artimañas para marcharse, pero nunca lo conseguía, hasta que se le ocurrió hacer un muñeco idéntico a él para engañar a sus padres de una vez por todas.

Sin embargo, cuando aún no estaba terminado, sus padres descubrieron que su hijo estaba haciendo un muñeco muy parecido a él, y se dieron cuenta.

Resignados, dejaron que su hijo completase su muñeco y se fuese de casa.

La culpa de haber engañado a sus padres se apoderaba del niño a cada paso que estaba más lejos de casa, y eso lo hizo volver.

Cuando volvió, se encontró con que sus padres habían estado cuidando al muñeco como si fuese su hijo, pero se alegraron mucho de que su hijo de verdad estuviese de vuelta.

No se arrepentía, pues ya tendría tiempo de recorrer mundo de verdad cuando fuese mayor.

Fernando dejó colocados los títeres ordenados perfectamente en su sitio y terminó el día con una nueva historia que contar. A la mañana siguiente, lo despertó el aldabón de la puerta de su casa.

Era un paquete de una industria de juguetes. Aceptó el regalo y lo abrió al instante. Era un títere muy similar al que encontró ayer, pero era más grande. Era del tamaño del resto de títeres.

Cuando fue a colocarlo, se dio cuenta de que el muñeco pequeño no estaba en su lugar, sino que había un hueco vacío.

Creyó que se había vuelto loco, o que había soñado con la historia porque había pedido el títere sin acordarse, o algo así. Sin embargo, harto de darle vueltas, decidió que era el hijo que se había ido de aventuras y había vuelto. El anterior era el muñeco que hizo para engañar a sus padres.

Fernando sonrió, y comenzó a quitarle polvo al marco de titiritero.

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