jueves, 21 de diciembre de 2017

¡Epa! - Tributo a Juan Belmonte


¡Epa!

Exclamó Juan. La vuelta a Tetuán no le había quitado aún el acento venezolano del todo. Toda la familia se preparaba para emprender el viaje. Un barco dirigido al puerto de Málaga estaba esperando en el muelle marroquí. Juan ya casi había recorrido el globo. Un ciudadano del mundo, así se definió en su libro de poesía. Juan había recorrido cuatro de los cinco continentes y había llevado valientemente en sus espaldas a una numerosa familia a un viaje donde el futuro cercano se veía decidido más por la fortuna que por la certeza.

¡Epa!

Exclamó Juan. En España trabajó durante mucho tiempo en una imprenta. Juan es un hombre dedicado a las artes gráficas. No había trabajador más convencido del amor que él tenía por su profesión. Sus hijos heredaron dicha imprenta, lo cual enorgulleció al ya señor Juan. La imprenta en la que tanto tiempo y dedicación invirtió seguiría adelante. También se encontraba muy orgulloso de sus nietos, entre los cuales me incluyo. Juan los quiere mucho.

Porque ya decía algo así una de sus poesías: "tú apenas pensando en la vida, y yo ya pensando en la muerte." Sólo ver la tristeza de mi abuela y de mi padre superaron el fuerte sentimiento que me provocó leer esas líneas el día que partió hacia su último destino. Llamarte "Señor Juan" me parece elegante, pero preferiré llamarte "abuelo". Para que leas este homenaje dedicado a ti, Juan Belmonte. Nos quedamos con los mejores recuerdos, y es por eso que escribo esto último.

¡Epa, epa, epa, epa!

Este monosílabo es el recuerdo de una anécdota memorable. Siempre nos devuelve una sonrisa a nuestra familia gracias a él.

"Cuando sentí que ese espíritu guerrero, terco y valiente nos abandonó, bajé la mirada y ajusté mi sombrero. No volví a levantar la vista hasta que una paloma blanca sobrevoló mi hombro. Ahí supe que el espíritu había llegado a su destino y volví a sonreír." -Edward Yolag.

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