viernes, 30 de septiembre de 2016

30 de Septiembre... Cumpleaños de alguien especial

En las vacaciones de verano, Serena tiene muchos días libres en los cuales se encuentra sola. La mayor parte de sus escasos amigos están de viaje y la pobre chica acaba con mucho tiempo libre sin siquiera la compañía de sus padres, quienes continúan trabajando.


El único pasatiempo que llenaba a Serena en estos momentos era el dibujo. Le encantaba dibujar y siempre pasaba las horas muertas frente al papel, plasmando alguna idea suya. Uno de esos días, tuvo una idea genial: Subir por el sendero del monte para encontrar algún lugar en el que dibujar un paisaje. Para ello, necesitaba un bloc de dibujo nuevo y varios utensilios más, los cuales fue a comprar en el acto, de camino a su destino.


Una vez en las alturas, miraba muy a menudo a su alrededor, buscando algo que la inspirase. No tardó mucho en encontrar el sitio, aunque había hecho una buena caminata. Se sentó en una piedra y abrió su recién comprado bloc de dibujo justo enfrente de unas vistas bastante bonitas de la ciudad.


Allí estuvo buena parte de la tarde, hasta que se dio cuenta de que el sol empezaba a esconderse. El atardecer estaba al caer y a ella no le estaban gustando los resultados. Si bien le encantaba dibujar y pasaba mucho tiempo haciéndolo, la frustración que le produce no hacer el dibujo como a ella le gusta es fuerte. Harta, arrancó la hoja del bloc y, tras estrujarla con todas sus fuerzas, la lanzó por encima de su hombro. A continuación, tras contemplar el paisaje fijamente durante casi un minuto, las lágrimas cayeron por sus ojos a causa de la desesperación. No haber podido hacer bien ese paisaje irrepetible había afectado sus sentimientos.


Se escuchaban pasos. Un hombre joven de pelo corto y color negro, vestido en túnica roja y zapatos negros; había recogido la bola de papel y la había extendido. Tras mirar lo que había hecho Serena, no pudo evitar acercarse.


-Qué sencillo es perder la sonrisa, ¿verdad?


Serena se giró rápidamente. Se había asustado al escuchar la voz a su espalda.


-Deberías olvidarte de lo que te ha pasado hoy con este dibujo - Le dijo el hombre a Serena mientras le enseñaba el papel arrugado - y, te voy a dar un consejo. Mañana por la mañana, mezcla azul cobalto con rojo. Después, prueba a mirar por tu ventana.

-Antes de que se vaya…

-¿Sí?

-¿Cómo te llamas?

-Te lo diré mañana, si vuelves.


El hombre se giró y Serena se lo tomó como despedida. Sin embargo, al día siguiente, hizo lo que le aconsejó. Sin saber muy bien por qué, tras obtener ese color violeta y mirar a la ventana extrañada por el proceso que había llevado a cabo, tuvo muchas ganas de volver al mismo lugar e intentar de nuevo ese dibujo.


El hombre misterioso no estaba por ninguna parte, pero al mirar de nuevo a la ciudad, se llenó de energías y comenzó a intentarlo de nuevo. Muy concentrada en su trabajo, esta vez sí que había dibujado como ella quería.


-Mucho mejor, ¿no crees?


Serena se asustó, porque no notó la presencia del hombre misterioso detrás suya.


-Lo siento por asustarte.

-No pasa nada. Está bien.

-¿Sabes ya cuándo vas a colorearlo?

-Mmm… Probablemente sea un atardecer.

-¿Puedes hacer un paisaje nocturno? Hazlo por mí, y te enseñaré algo.

-¿El qué?

-Tiene que ver con los colores. Perdona no haberme presentado ayer. Bernardo, pero puedes llamarme Berni.


Estuvieron hablando horas y horas. Tanto, que les alcanzó la noche y para ellos no había pasado apenas tiempo.


-¡Ya es de noche! Debería volver a casa.

-Espera un momento. Te dije que te mostraría algo, ¿no es verdad?

-Sí, pero aún no he terminado el dibujo.

-No hace falta. Mira bien.


Berni se giró hacia la ciudad iluminada y, alzando las manos, empezó a moverlas siguiendo cierto patrón de movimientos.


-¿No has intentado nunca… Imaginar un nuevo color, más allá de los que conoces?


Serena se quedó callada, pensativa, y tras un momento, contestó:


-Pues… no. No se me ocurre ninguno, tampoco.

-Es normal. Solo podemos ver un marginal de 7 colores, como los del arcoiris, y sus mezclas. Sin embargo, mira atentamente ahora. ¿Ves las estrellas? Brillan con esa luz amarilla para ti, para que las veas. Para que puedas dibujarlas también. Quieren salir en la foto.

-¿Qué estás haciendo con los brazos?

-Ah, ¿esto? No es nada. ¿Puedes poner el dibujo para que yo lo vea?

-Claro.


Aún con la oscuridad de la noche, el movimiento de las manos de Berni se convirtió en un espectáculo muy bonito, pues empezaron a brillar de muchos colores, como si los arrancase del viento para pintar el dibujo que Serena había hecho.


-¿¡Cómo!? ¿¡Cómo lo haces!?


En cuanto terminó de colorear entero el dibujo y vio a Serena mirarlo con una cara sonriente a la vez que sorprendida, contestó:


-Con los colores del viento. A simple vista no se ven, pero… si de verdad los sientes, puedes usarlos.

-No me lo creo. ¿Cuál es el truco?

-No lo hay. Tráemelo mañana, si puedes. Me gustaría ver cómo ha quedado a la luz del día, que ahora no se ve muy bien.

-¡Es verdad! ¡Tengo que irme! ¡Hasta luego, Berni!

-¡Hasta mañana!


Al día siguiente, no pudo ser mayor la desgracia. La madre de Serena derramó por accidente un vaso de agua sobre el bloc de dibujo. Todo lo que había pasado ayer fue en vano, pues ahora el dibujo estaba destrozado por la mancha de agua. Serena estaba muy angustiada y triste, porque tenía que enseñarle a Bernardo el dibujo y ahora no estaba en condiciones.


A pesar de todo, cogió el bloc mojado y lo llevó. No podía decirle que no tenía el dibujo, así que por lo menos lo llevaría en mal estado y le explicaría el accidente.


Una vez más frente a la ciudad desde el monte. Serena, sentada en el mismo lugar donde dibujó el otro día, miraba frustrada al dibujo arruinado por el agua.


-Serena.

-¡Ah! ¡Hola! - Saludó nerviosa.

-Dime, ¿blanco o negro?

-¿Qué?

-¿De qué color es tu vida, blanco o negro?

-¿Eh? No entiendo…

-Espero una respuesta~.

-Pues… negro.

-¿Por qué?

-Porque el negro es muy triste, y yo que quería enseñarte este dibujo, ahora no puedo porque le cayó agua.

-¿Y estás triste por eso?

-Es que…

-No tienes por qué preocuparte. Nadie es capaz de no llorar nunca.

-Pero yo no…

-Cuando te vi por vez primera estabas llorando.


Serena lo recordó. Era cierto.


-Así es. Yo te vi llorando - Continuó Bernardo - y quise ayudarte. Para que no estuvieses sola.

-Pero no solo me has hecho compañía.

-¿Te hice sentir mejor?

-Pues… si.

-Eso es lo que importa. Me gusta que la gente se sienta bien.

-Ya. Aún así el dibujo…

-Podemos hacer otro, ¿no?

-No es tan fácil.

-No te preocupes. Puedo esperar todo el tiempo que necesites. Además, así podrás probar a pintar con los colores del viento.

-¿Sí? ¿Podré?

-Estoy seguro. Si te gusta dibujar, estoy seguro de que podrás.


Y Serena sonrió aún más, muy ilusionada, y comenzó de nuevo el dibujo. Sólo para poder conseguir pintar con los inverosímiles colores del viento.

(Y hasta aquí esta historieta rápida. Estoy trabajando en lo del concurso y no puedo hacer mucho más, pero estoy seguro de que a la persona que va dirigida esta subida le hace mucha ilusión.)

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