sábado, 19 de marzo de 2016

Desafío de Vida #10: La Academia Ninja (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

Ricardo había descansado un par de días. Se encontraba mucho mejor. Tras la tensión en el laboratorio, tocaba un nuevo reto.

El elegido ya había comenzado a "hacer sus deberes". Gracias a Luisa y Victor aprendió sobre las magias más peligrosas que podían existir, alguna que otra técnica de defensa personal que le enseñó Francisco...

Sin embargo, la que siempre estaba allí era Gabriela. Atenta a que Ricardo entrase con su Hachecutadora y su Libro Rojo en la siguiente prueba. Le deseaba suerte en todas las ocasiones.

Así pues, cerrando los ojos, apareció en el lugar que le correspondía. Un lugar de apariencia asiática en cuanto a sus decorados tan característicos. Allí se encontraba el fantasma de una chica joven de cabellos castaños recogidos en dos largas coletas. Tenía los ojos marrones oscuros y su boca y nariz estaban tapadas por una máscara que formaba parte de su indumentaria.

- Hola.
- Hola. Soy Mimi. Una kunoichi.
- Perdona. ¿Una qué?
- Kunoichi. Una chica ninja.
- Ah, ahora entiendo. Ricardo, encantado.
- Voy a guiarte en este lugar. Tengo que advertirte de que a partir de aquí, las cosas serán mucho más difíciles. Sin embargo, a más riesgo más recompensa. Recuerda eso.
- Muy bien. ¿Dónde estamos?
- Estás en la Academia Ninja. Aquí, si consigues superar las tres pruebas, puedes considerarte ninja. Sin embargo, si no superas alguna de ellas, no podrás asegurarte de salir con vida.
- Comprendo. Pero déjame preguntarte algo antes.
- ¿Sí?
- ¿Cómo, siendo una ninja, moriste aquí?
- Esas pruebas fueron más difíciles de lo que pensaba.

La misma mirada de los fantasmas. Una mirada de mentira. Una mirada que era tan reveladora como los libros abiertos. Ricardo seguía interesado en esa mirada y la razón de los fantasmas para mentir. Era todo un misterio.

Sin embargo, avanzó.

- En la primera prueba, tienes que descender por las plataformas de madera. Puede parecer sencillo, pero... ¿Puedes ver el fondo?

En efecto, el fondo de la prueba no se podía ver desde arriba. Era una prueba de destreza en el salto. Las plataformas no eran próximas entre sí. Algunas de ellas eran incluso inseguras y estuvieron a punto de romperse. Ricardo se tomaba su tiempo para saltar. No era un ninja ágil, por lo que tenía que atravesar este obstáculo lentamente.

Ya se podía divisar el final. Una zona de hierba. Ricardo continuó su descenso cauteloso y acabó con los pies en tierra sin problemas.

- Eso era sencillo.
- Ahora tienes que saber muy bien cuándo debes luchar y cuándo debes huir. Todos los ninjas estarán contra ti. Tu objetivo es llegar al final del poblado.

Ricardo contra todos los ninjas. Él aún no sabía de qué eran capaces, con lo que entró cautelosamente en el camino central del poblado. Ahí empezaron los problemas de verdad.

Ninjas por la izquierda, por la derecha, al frente, en los tejados... Todos aparecieron de golpe. El elegido dio media vuelta y, de un salto, evitó el primer ataque. Eran como ocho oponentes. No tuvo más remedio que correr.

Ricardo pensó en usar el hechizo de la furia, pero era muy pronto y opinó que no era el momento. Buscó la forma de salir de ese aprieto. Estaba acorralado.

Pero la solución era esa. Las plataformas de madera no son solo un elemento de bajada. También son de subida. Él saltó un par de plataformas y esperó la llegada de sus oponentes, los cuales se habían desorganizado.

Dos de ellos subieron primero y fueron cortados por el filo de la Hachecutadora.
Otro más alcanzó la plataforma y cayó producto de un empujón. Ese ninja cayó encima de otro, derribándolo junto a él. Los últimos cuatro enemigos aparecieron al mismo tiempo. Ricardo tenía que estar atento a cualquier movimiento peligroso de sus rivales.

Uno de ellos saltó ágilmente hacia el elegido. Ricardo no tuvo más remedio que agacharse. Dejando el Libro Rojo en la plataforma, agarró la pierna del ninja con su mano izquierda. Lo hizo tropezar y frustró los planes de ataque del resto del grupo enemigo.

Ricardo recogió el Libro Rojo. No le parecía de gran utilidad en ese momento, pero quería conservarlo. Él suspiró.

- Me parece mal que me obliguen a matar. Pero eso ya es igual, porque estoy muerto. ¡Morid!

Empuño fuertemente la Hachedutadora y, con un giro rápido, cortó a uno de los tres restantes. Los otros dos saltaron al contraataque, pero Ricardo dio un salto y casi literalmente partió por la mitad a uno de los dos. En la caída, hizo la zancadilla al último ninja que lo perseguía. El elegido se encontraba salpicado de sangre, pero eso le importaba poco en esos momentos.

- Mirad en lo que me he convertido. Ya no lo podéis parar. Arrepentíos.

Sacudió su hacha para que cayesen las últimas gotas de sangre y volvió a bajar hasta el poblado ninja. Estaban siendo más cautelosos esta vez. Sabían que no podrían vencer a Ricardo fácilmente.

En la plaza, comenzaron a aparecer los maestros ninja. Dos de ellos interrumpieron el avance del elegido. Lo que llamaba la atención de ellos eran sus katanas. Estaban rodeadas de una especie de humo morado oscuro. Un humo característico de algo que Ricardo había aprendido.

Katana condenada. Ese era su nombre. Un tajo provoca heridas graves y más dolorosas de lo normal. Luisa y Victor dijeron que, cuando encontraban uno de estos efectos, lo mejor era evitarlos. Ricardo se propuso no recibir ningún daño.

No iba a ser tan sencillo.

Los dos maestros ninja se separaron y, dejando un rastro de humo, desaparecieron de la vista del elegido. Un segundo después aparecieron a su espalda y atacaron. Ricardo esperaba este tipo de trucos y habilidades de estos individuos. Sin embargo, su reducido tiempo para reaccionar fue lo que hizo que no pudiese evitar un pequeño corte en su espalda pese a haberse echado hacia delante. Los fantasmas tenían razón, dolía muchísimo esa herida. El movimiento de Ricardo se volvió más dificultoso tras ese momento.

Pero él no se iba a rendir. Miró de nuevo a los dos maestros y observó cómo iban a repetir la misma estrategia. Desaparecer y reaparecer. ¿Cómo lo hacían? Lo descubrió.

Balanceó su cuerpo hacia delante y dio un giro completo con su Hachecutadora. Pareció haber cortado al aire, pero los dos maestros fueron heridos lo suficiente como para estar a merced de un ataque más del hacha y ser ejecutados por Ricardo.

Los ninjas aprendices no se iban a acercar más. Los maestros se mostraron reticentes a combatir y prefirieron no intervenir. Ricardo llegó al final del poblado y Mimi explicó en qué consistía la última parte de la prueba.

- ¿Ves eso? Son plataformas como las de antes, pero aquí se pone a prueba la agilidad del ninja para superar obstáculos del terreno. Si consigues superar esto, podrás optar por un desafío especial.
- Vale. ¿Puedo descansar un momento?
- Por supuesto - Asintió Mimi, extrañada pero comprensiva.
- Quería preguntarte algo más. ¿Por qué eres ninja?

Mimi se quedó callada un momento. Entonces, cerrando sus ojos y sonriendo, dijo:

- Porque siempre quise ser como él.
- ¿Quién?
- El Maestro Yao. El mejor ninja de mi aldea. Lo había visto desde que era pequeña. Con diez años, yo ya había aprendido a manejar una katana como es debido. A los quince, conseguí ser oficialmente ninja. Entrenaba muchísimo para algún día llegar a tener el honor de enfrentarme en un duelo con el maestro. No me importaría el resultado, pero habría cumplido mi sueño de niña. Desafortunadamente, morí antes de poder cumplirlo.
- Eres honrada, Mimi. Yo te pedí que me contases el porqué y tú me has relatado tu historia. Admirable para ser tan joven como pareces.

Mimi enmudeció. Ricardo se había levantado y comenzó a dar saltos que parecían propios de un saltamontes. Las plataformas eran muy pequeñas. Cualquier paso en falso podía ser mortal. En alguna de ellas apenas cabían los dos pies. Era una prueba difícil. Él pensaba todos y cada uno de sus movimientos con detenimiento y paciencia. Eso le funcionó muy bien y llegó hasta el final de la prueba. Lo recibió un maestro ninja.

- Enhorabuena. Has conseguido ser como un ninja en este lugar. Puedes coger la gema rosa de esa caja al fondo, pero antes debo preguntarte algo. ¿Estás dispuesto a superar una prueba más?
- ¿En qué consiste?
- Vencerme en un duelo a muerte.
- Acepto el desafío.
- Interesante. Ni siquiera te has interesado por la recompensa. Despiertas mi curiosidad.
- Lo hago por ella.
- ¿Quién es "ella"?
- Por Mimi. Ella se merecía tu puesto.
- Esa chica no tenía el talento suficiente.
- Y yo no soy un ninja. Aún así, te voy a vencer.

Mimi estaba atónita. Ricardo apenas la acababa de conocer y estaba luchando por ella.

- Empecemos el duelo. ¡Adelante, enfréntate al Gran Maestro Xin!

El maestro desapareció. Apareció rápidamente enfrente de Ricardo, pero este también desapareció y apareció unos pasos más atrás. Xin levantó una ceja.

- Parece que has aprendido bastante.

La katana del Gran Maestro era blanca como la nieve. No parecía metal alguno. Sus movimientos eran muy rápidos. A Ricardo le costaba mantener el ritmo de la batalla. No podía concentrarse en pensar una estrategia.

"¡Luia!"

El grito de guerra de Ricardo. El hechizo de la furia se había activado. Salió de sí e intentó asestar una serie de hachazos al Gran Maestro. Ninguno dio en el blanco. Ricardo volvió en sí y estaba bastante alejado de Xin, pero ambos estaban intactos.

- No ha estado mal, guerrero. Aún te queda por aprender.

Ricardo puso el Libro Rojo en el suelo y agarró la Hachecutadora con sus dos manos poniéndola enfrente suya mientras apuntaba al Gran Maestro. El elegido esperó a que su oponente tomara la ofensiva. Xin se acercó a una velocidad vertiginosa y Ricardo desapareció y apareció a un lado.

- Esto del movimiento rápido es muy útil. Gracias por enseñármelo - Se burló Ricardo.
- Puedes rendirte. Ya sabes que no puedes siquiera tocarme.

Ricardo puso su misma posición. El hacha a dos manos apuntando a Xin. Siempre que el Gran Maestro intentaba algún tipo de ataque, era esquivado por Ricardo y viceversa.

Hasta que los errores humanos pasan factura. Uno de esos ataques, el Gran Maestro Xin esperaba que Ricardo lo esquivase hacia algún lado, pero no lo hizo. Tampoco recibió el corte de su katana. Ricardo saltó y cayó sobre el Gran Maestro, tumbándolo en el suelo de una patada.

- He ganado, Xin.

El derrotado ninja estaba sin palabras. Se dio cuenta de la estrategia de su rival cuando había caído ya en ella. Tantas veces repitiendo el mismo patrón evitando su ataque provocó que Xin se confiase en que iba a suceder de nuevo. Lo pilló de sorpresa el cambio de ritmo.

- ¿Cuál es mi recompensa? - Preguntó Ricardo mientras apuntaba con la Hachecutadora al Gran Maestro.
- Mis pantalones de ninja. No son unos cualquiera. Tienen un poder especial. Serás mucho más ágil con ellos puestos. Puedes recoger la gema rosa. Volverás directamente al tenerla en tu poder.

Ricardo abrió la caja y cogió la gema rosa. Volvió al Nexo con tranquilidad y las felicitaciones de los fantasmas, sobre todo de Gabriela, fueron acaloradas. Poniendo la gema rosa en la sala de trofeos, el fantasma de Mimi ya pertenecía al Nexo.

- Mimi. Supongo que estarás contenta. He derrotado a quien no pudiste derrotar.- Añadió Ricardo.
- Sí. Estoy contenta porque has luchado por mí pese a que no me conocías.

Mimi estaba mintiendo. Ricardo se dio cuenta de su mirada. Entonces dedujo que no murió contra el Gran Maestro. Él no lo supo, pero el cadáver de Mimi se encontraba en un sótano del poblado ninja.

- Ninjas... Esos pantalones me quedan bien, pero son muy ajustados. Aún así, es cierto eso de la agilidad. En tres saltos, ya estaba en cama listo para descansar. Debo estar preparado. El Gran Maestro Xin era solamente el principio. Tendré que enfrentarme a muchos rivales poderosos en el futuro, de eso estoy seguro. Por el momento, voy a dormir, que me hace falta. Buenas noches.

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