sábado, 19 de marzo de 2016

Veneno de Venganza (Tributo a Darkest Dungeon #4)

(¿Qué sería de las series sin el relleno?)

Aisha no sobrevivió. Estuvo intentando recuperarse varios días, pero finalmente acabó por morir envenenada. Una de las noches no despertó. Precisamente la noche que murió, Cecil y Cornelia fueron a visitarla. Ya estaba dormida cuando llegaron, pero una muchacha muy parecida a ella los saludó con un gesto y con la mirada preguntó quiénes eran.

- Cecil Clerinell - susurró el médico.
- Cornelia.

La bárbara no habló. Simplemente velaba por Aisha, que dormía plácidamente. Cecil y Cornelia se marcharon, pues no podían hacer nada. En la puerta del Sanitario, se encontraron a un hombre envuelto en un manto verde oscuro. En cuanto se dio cuenta de la presencia de los dos, hizo una reverencia y los saludó desde la distancia.

- Buenas, señor y señora. ¿No tendrán ustedes la bondad de darme una moneda para pasar la noche bajo techo?
- No, lo siento - Contestó Cecil.
- Tenemos una oferta mejor para usted - Dijo Cornelia acercándose al hombre.
- No se acerque demasiado, si es posible. La lepra no se sabe lo que es capaz de hacer.
- Vamos a darte trabajo.
- ¿A mí? ¡Si soy leproso!
- Pero estoy segura de que vas a querer colaborar. ¿Quieres que este pueblo sea lo que fue antes del Día de la Oscuridad?
- Claro.
- ¡Entonces ya tenemos a un integrante más, Cecil!
- Le echas mucho entusiasmo, Cornelia...

El leproso no sabía lo que sucedía, pero veía en Cornelia un espíritu fuerte. Aceptó el trato de unirse al grupo cuando se lo explicaron detalladamente. Al fin y al cabo, iba a tener los gastos pagados.

- Cornelia, un equipo no se hace de ese modo...
- ¡Calla ya, Cecil! Yo sé lo que hago. Déjame hablar a mí y ya verás qué buen equipo tendremos.

Volvieron a la plaza y se dirigieron a la catedral, en lo alto del pueblo. La cuesta arriba era fatigante, pero Cecil quiso encontrarse con alguien allí. Casualmente, lo consiguió. Estaba Godfrey Falkirk, el caballero cruzado. El médico ya lo había conocido.

- ¿Un equipo para restaurar el Hamlet? Me encantaría. Sin embargo, debo consultarlo antes. Si vienes al atardecer del día siguiente, te daré una respuesta.

Cornelia suspiró y, junto al médico, volvieron a la plaza. Ya era entrada la noche y el único lugar que no descansa aparte del Sanitario es la taberna. Allí fueron a probar suerte.

El ambiente era bullicioso, pero no tanto como otras veces a horas un poco más tempranas. Sólo quedaban los verdaderos amantes de la cerveza y algunos viajeros. Cornelia miraba a todos los presentes con una mirada analítica. Cecil simplemente avisó con un gesto a Cornelia, para decirle que iba a tomar algo.

La monja encontró una espalda muy familiar. Se acercó y, cuando reconoció su cara, se alegró de verlo de nuevo.

- ¿Samuel? ¡Qué casualidad! ¿Qué tal?
- No muy bien, pero gracias por preguntar. ¿Quiénes sois?
- ¿Yo? ¡Cornelia! ¿No me recuerdas?
- ¡Ah, sí! No dijiste que tenías una hermana gemela.
- ¿Qué hermana?
- Tu hermana. Va contigo, está ahí.
- Anda que... Ya has bebido bastante. Vete a casa.
- Me tendré que terminar...

Cornelia agarró la jarra de cerveza de Samuel Dacre y se la bebió en un trago.

- Pues sí, me voy a ir a casa ya. Creo que veo alucinaciones. Imagínate que he visto a tu hermana beberse una jarra entera de un trago... Nada, nada. Buenas noches.

A Cornelia se le olvidó preguntarle a Dacre sobre el equipo que estaba formando. Tampoco iba a recibir una respuesta coherente, así que decidió dejarlo pasar. Cecil parecía encontrarse tranquilo, hasta que abrió mucho los ojos y salió corriendo hacia la puerta. Cornelia lo siguió.

- ¿¡Qué pasa Cecil!?
- ¡Aisha ha muerto!
- ¿¡Cómo!?
- ¡L-lo he notado, corre!

Clerinell y Cornelia llegaron tarde. La bárbara que velaba por ella estaba llorando sobre la cama de la envenenada. Ya se habían dado cuenta de que estaba muerta. Cornelia puso una mano sobre el hombro de la bárbara desconocida, que se movió bruscamente apartándola.

- ¿¡Quiénes son!?
- Cecil Clerinell. Hemos venido antes.
- ¿¡Y por qué vienen ahora de nuevo!?
- Nos hemos enterado de que Aisha ha muerto envenenada. Pero espere un segundo. ¿Quién es usted?
- Anya, su hermana pequeña...

Anya era muy parecida a Aisha, sólo que más pequeña. Seguía siendo una mujer, a su edad. Sin embargo, se la veía mucho más infantil que Aisha, según Clerinell la recordaba. Mientras lloraba desconsolada, Cecil se acercó y la susurró:

- Si quieres venganza, ven con nosotros y acabaremos con quienes mataron a tu hermana.

Anya se recompuso muy rápidamente. Había escuchado lo que estaba pensando: Vengarse. Le estaban ofreciendo la oportunidad y no la iba a desaprovechar. La pobre chica no sabía a lo que se enfrentaba, pero iba a por todas igualmente. Decidida, y una vez le explicaron lo de la formación del grupo, aceptó el desafío.


"¡Allá por donde pase, mi hacha cortará vuestras cabezas en nombre de mi hermana!" - Anya

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