sábado, 19 de marzo de 2016

Desafío de Vida #17: Las Pesadillas Vivientes (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

- ¿Ricardo sigue dormido? - Preguntó Mimi.
- Sí. No hay manera de despertarlo. Que descanse, mejor.

Eso dijo Paulina. Ya había pasado casi un día entero y el elegido seguía durmiendo. Lo que no sabían era que Ricardo ya estaba en la siguiente zona sin previo aviso. Cuando Ricardo se fue a dormir, apareció en una sala escasamente iluminada por tres antorchas azules encima del marco de tres puertas. Detrás de él estaba todo lo necesario para la batalla que había ido consiguiendo a lo largo del desafío.

"Antes de hacer nada, equípate"

Eso le dijo una voz. Ricardo agarró primero la Hachecutadora por seguridad, y después empezó a ponerse la armadura.

- La Hachecutadora del Corredor de la Muerte, los pantalones del Gran Maestro Xin de la Academia Ninja reforzados con adminio de la Colonia Sumergida, la Máscara de Batalla Reptiliana, el Libro de la Furia del Pequeño Imperio, el libro de Tormenta Ártica del Abismo Desmoronado, el Libro de la Llama del Río de Magma, la Cazadora de Sombras de los Terrenos de Caza, las Raíces de vida de la Setalucinación... Eres un guerrero impresionante.
- ¿Quién eres?
- Perdona, soy Benjamín.

Apareció el fantasma flotando y vestido con una túnica verde oscura y roja atada por una cinta blanca.

- ¿Pero no se supone que debo estar preparado antes de entrar en uno de los retos?
- En este caso... No importa. Te puedes tomar el tiempo que quieras. Estás dormido.
- ¿Qué?
- Te adelanto que este reto se llama: "Las Pesadillas Vivientes". Y hay tres pesadillas a las cuales te vas a tener que enfrentar.
- Así que es eso...
- Cuando quieras, puedes empezar. La puerta a la derecha lleva a la "Aracnofobia", la del centro al "Vértigo" y la última al "Miedo a la Oscuridad". Cuando superes las tres pesadillas, despertarás con la gema verde oscura en el Nexo.
- Una pregunta antes de empezar. ¿En cuál de ellas moriste?
- Miedo a la Oscuridad es mi peor pesadilla. Cuando la intentes sabrás por qué.
- Pues la dejaré para el final. Empezaré por Aracnofobia. Las arañas no me dan miedo.

Así entraron Ricardo y el fantasma de Benjamín en la puerta de la derecha. Aparecieron en cuestión de segundos en un bosque de alta vegetación.

- Para salir de las pesadillas, tienes que encontrar un lugar en concreto. Una puerta idéntica a la que usaste para entrar.
- Entendido.
- Ten cuidado con las madres araña. Son enormes.
- ¿Arañas gigantes?

Eso dijo mientras contemplaba una de ellas. Ricardo comenzó a correr a ciegas por el bosque. No quería tener que enfrentarse a un enemigo de tales dimensiones. No podía verse ni un solo claro en todo el lugar. Todo estaba cubierto de alta vegetación que parecía moverse. En efecto se movía, pues arañas del tamaño de Ricardo estaban pasando por allí. Pudo ver sus ojos rojos a su alrededor. Estaba rodeado. Las arañas se acercaban a toda velocidad hacia el elegido y saltaron para atacarlo.

- Luiaga.

De un pisotón, Ricardo congeló a todas las arañas que lo rodeaban y las masacró. Sin embargo, el fluido que se desprendía de ellas impregnó parte de su cuerpo. Era doloroso y parecía que estaba ardiendo en los lugares intoxicados por la sangre de las arañas. Sin embargo, continuó su avance. Poco después vio la puerta de salida, pero estaba cubierta de gruesa tela de araña.

Y tenía un gigante problema justo encima de la puerta.

- ¡Dejadme salir!

Ricardo corrió en círculos alrededor de la puerta y cuando podía cortaba una de las patas de la araña gigante que protegía la puerta. Cinco patas cortadas fueron suficientes para desequilibrar a la araña, cortar la telaraña de la puerta y salir. Ricardo se tomó un breve descanso.

- Esta pesadilla sí que ha sido una pesadilla. Me ha puesto nervioso.
- Pues te quedan dos. Ánimo.

Entraron en la puerta central: Vértigo. Lo único que había era un suelo casi totalmente transparente flotando en el aire. No podía verse nada más. El infinito a sus pies y la nada hacia delante.

- ¿Qué se supone que es esto?
- Vértigo. Si caes, mueres. Es así de simple. El reto consiste en que hay partes del suelo que no son suelo, sino agujeros.
- No puede ser... ¡Tengo que salir de aquí rápidamente!

Ricardo caminaba con extrema cautela pese a haber dicho eso. No quería morir por un tropiezo, por supuesto. Comenzó a distinguir los agujeros en el suelo. Sin embargo, mientras estaba cerca de uno de los huecos, dos flechas salieron disparadas hacia el elegido desde ambos lados. Pudo evitarlas tropezando hacia atrás, pero el susto había sido grande.

- ¿¡Qué!? ¿No es solo esto?

De algún modo, cada cierto tiempo dos flechas salían disparadas hacia Ricardo. Él las evitaba, pero las pulsaciones de su corazón se aceleraban. Paulina lo veía dormir y se asustaba también siempre que el cuerpo de Ricardo daba un espasmo del susto.

Respiraba hondo. Lentamente avanzaba y retrocedía, memorizando los pasos que daba para saber el camino seguro. La cantidad de agujeros en el suelo era cada vez mayor, pero afortunadamente podía ver la puerta a lo lejos. Aún le quedaba un buen rato al ritmo que iba.

Una de las dos flechas que le lanzaron impactó en la pierna derecha de Ricardo. Herido y dolorido, ralentizó la marcha. La tensión se incrementaba por momentos. No sabía cuándo iban a dispararle y había perdido seguridad sobre el camino que estaba memorizando. Estaba flotando en la nada, encima del abismo infinito y la muerte.

No pudo contener la presión. Podía ver la puerta y se arriesgó a hacer lo mismo que hizo en el Abismo Desmoronado. Con un grito y pronunciando un hechizo del libro de Furia Ártica, saltó una gran distancia, pero no era la suficiente para llegar a la puerta.

Cayó al suelo casi invisible. Fue afortunado. Estaba a pocos pasos de la puerta. El dolor de la flecha clavada no desaparecía y le impidió levantarse. Había perdido el control de su pierna. Tuvo que arrastrarse con muchísimo cuidado hasta la puerta. Dos flechas más intentaron impactar en Ricardo, pero con un último impulso de sus brazos consiguió salir de la pesadilla.

Ya lo había notado en la pesadilla anterior. Lo que ocurre en una pesadilla no permanece. Puede mover su pierna y está completamente sano y preparado para ir a la última pesadilla. Sin embargo, se tumbó en la sala y descansó. El corazón de Ricardo latía muy rápidamente debido a la tensión. Notaba cómo se le encogían los músculos cuando las flechas lo asustaban. Estuvo acostado en el suelo como quince minutos antes de poder continuar.

- Antes de que entres ahí, te advierto que no es nada fácil.
- Hay que intentarlo. Nada ha sido fácil.
- Eso es. Cuando los oigas, escóndete rápidamente.
- ¿Cuando oiga qué?
- Sabrás lo que te digo. Los sonidos de los Segadores son característicos. No los puedes ver. Si te alcanzan, mueres.
- ¿Enemigos invisibles?
- Eso es. Sólo puedes esconderte de ellos. Se van al rato y vuelven de nuevo con su sonido. Tienes que ser hábil escondiéndote y buscar la salida lo más rápido que puedas. Cuando los Segadores se van, rugen por segunda vez.

Ricardo no entendió del todo lo que le explicaban. Sin embargo, ya tenía miedo. Era lo que buscaba el desafío. Despertar el miedo en el elegido para que cometa errores debido al pánico. Entró y se encontró en una sala normal, con una puerta de madera y estanterías con libros. En cuanto abrió la puerta, pudo ver lo que pasaba.

Psicópatas. Hombres totalmente locos con hachas en sus manos iban a por Ricardo como si fuese la única cosa que debían hacer en su vida. Aparecían por todas partes y Ricardo apenas tenía espacio para actuar en los pasillos estrechos donde se encontraba. Era un lugar muy extraño. Parecía un manicomio entre tanto psicópata suelto. Desarmarlos no era suficiente y tenía que cortarles la cabeza para que dejasen de atacar al elegido.

"GWAARGHGH"

Los Psicópatas se volvieron aún más agresivos contra Ricardo. Ese era el sonido que Ricardo interpretó como el de los Segadores acercándose. Su escondite fue volver a la habitación inicial y cerrar la puerta firmemente. Unos segundos después, se escuchó de nuevo.

"GAHWAA..."

Esa vez era más suave. Pareció que se habían marchado. Ricardo abrió la puerta y se encontró montones de cadáveres de psicópatas. Aún así, aparecían más y más. No se cansaban nunca. Ricardo optó por intentar escapar de ellos en la medida de lo posible y llegó a una biblioteca. Los pasillos eran laberínticos y los psicópatas lo rodeaban varias veces mientras intentaba salir de allí.

"GAHWAAJJJAGHGH"

El sonido de nuevo, y Ricardo seguía en el laberinto de la biblioteca. Se dio más prisa aún en encontrar la salida. Empujó a los psicópatas que se interponían en su camino pese a recibir cortes de sus hachas, pero no encontraba la salida definitiva ni un escondite bueno. El elegido entró en pánico y corrió por todo el laberinto. Pudo escuchar cómo morían algunos psicópatas y eso lo alteró aún más. Tenía que encontrar algún lugar para salir o esconderse, pero lo único que encontró fue un pasillo sin salida.

Respiraba ansiosamente. No podía más. Se apoyó en la pared resignado exponiéndose a que algo invisible le quitase la vida. Lo que no se esperó Ricardo fue que los Segadores no lo encontraron a tiempo.

"AGHYAA..."

Ricardo tenía lágrimas en sus ojos. No podía creérselo. El propio laberinto había servido de escondite. Corrió más aún, ya que no había psicópatas de por medio, y encontró, tres pasillos más tarde, la puerta de salida.

Ricardo despertó en el Nexo dando un bote en su cama. Paulina pegó un grito del susto, pero se alegró de que Ricardo despertase.

- ¿Dónde está la gema verde oscura?
- Pero si no has ido todavía...
- ¡Sí, sí he ido! Dame un momento.

Ricardo estaba demasiado alterado por la pesadilla que fue corriendo a la sala de trofeos. Allí se encontró una agradable sorpresa. La gema estaba ya colocada y Benjamín estaba ya allí, abrazando a Serena. El elegido suspiró y se marchó de vuelta a su habitación. No pudo dormir, porque ya lo había hecho mucho tiempo.

- No sabes las pesadillas que me invadieron, Paulina. Mejor que no las sepas nunca. Sólo quedan dos. Y si he superado esto, voy a superarlo todo - Terminó Ricardo, convencido.

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