sábado, 19 de marzo de 2016

Desafío de Vida #16: Setalucinación (Tirbuto a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

Ricardo estaba enfrente del altar marrón. Era la próxima gema a conseguir, así que se preparó a conciencia. Esta vez no se llevó ninguno de los dos libros. Por lo demás, llevaba el mismo equipamiento que en su expedición a la Colonia Sumergida.

Con todo el apoyo de sus recientes compañeros, el elegido cerró sus ojos y se preparó metalmente como siempre: Esperando lo peor de cada zona. El lugar donde apareció le resultaba familiar, pero diferente. Había setas enormes aún más grandes que las del Pequeño Imperio. Preparado para todo, Ricardo tuvo que empezar a enfrentarse a guerreros mutantes. Tenían rastros de hongos por todas partes, y no parecían apenas humanos. Sin embargo, eran increíblemente resistentes y persistentes. Esto lo hizo retroceder y retirarse para pensar en una estrategia mejor. En ese retiro encontró al fantasma que lo iba a acompañar. Ricardo saludó, y el fantasma simplemente devolvió el saludo con un gesto.

- Soy Ricardo.
- Raúl.
- Vale, rápidamente. ¿Dónde estamos?
- El poblado de setas no tiene nombre. Pero todos lo han llamado Setalucinación.
- ¿Seta... qué?
- Los hongos producen esporas alucinógenas. Eso es lo único que sé. Ah, y que la gema marrón está en lo alto de esa torre.
- ¿Cómo?

Ricardo no daba crédito. El objetivo estaba localizado justo enfrente de sus narices. El resto de la zona de setas enormes y pequeñas casas es solo un decorado para la primera torre que vio al llegar a ese lugar. Estuvo pensando dos cosas: Cómo quitarse de encima a los guerreros y cómo conquistar la torre.

Lo de los guerreros fue sencillo. Si los golpes no funcionaban, el arco lo solucionaría. Mantuvo alejados a los mutantes y entró rápidamente en la torre, arrasando con toda seta que encontrase en el camino. De repente, sintió algo extraño en sus botas. Parecían moverse por sí solas. Mirándolas antes de subir al piso superior, se dio cuenta de que emanaban resplandores verdes de las botas y acababan en el piso. No supo muy bien qué efecto tenía eso, pero unos sonidos extraños empezaron a rodear la torre. Ricardo se apresuró en subir y acabar con el lugar. Sólo quedaban tres guerreros en el último piso, donde se encontraba la gema marrón dentro de una caja de cristal.

"¡Luia!"

Los tres guerreros consiguieron aguantar un poco del poder inmenso de Ricardo con el hechizo de la furia. Sin embargo, sólo quedaron restos de seta en el suelo, sonidos extraños, gritos de agonía y una gema marrón en el poder de Ricardo, quien fue llevado al Nexo instantáneamente.

Ricardo no se encontró a nadie en la sala de altares, lo que era extraño. Lo primero que vio en la puerta de salida fue el cuerpo de Raúl apalizado cayendo al suelo inconsciente. No podía creerse lo que estaba viendo.

Unos guerreros de armadura roja entraron e intentaron atacar a Ricardo. Su arco pudo encargarse fácilmente de ellos, pues el elegido aún tenía puntería para acertarles pese al shock que acababa de tener. Mirando a Raúl, parecía muerto por la paliza que le dieron esos guerreros.

Bajando rápidamente la escalera, se encontró con su habitación en llamas y con Paulina colgando ahorcada.

- No puede ser. ¡No puede estar pasando esto!

Más guerreros de armadura roja que no duraron más de diez segundos contra Ricardo. La rabia que sentía era inmensa. Estaba como poseído por la furia misma. Más adelante, en la cocina, se encontró la cabeza de Francisco encima de una mesa y con el cuerpo de Víctor bastante descompuesto en el suelo.

- ¡Esto no es justo! ¡No podía protegerlos! ¿Es así como queréis jugar? ¡Estaban tan vivos como yo!

En el almacén se encontró a Gabriela sentada en una pared cubierta y manchada de sangre, además de ver a Luisa carbonizada en un rincón.

- No. ¡No podéis matarlos! ¡Nosotros luchamos para vivir, no para morir como soldados!

Ricardo salió del Nexo y se encontró con un terreno pasto de las llamas. Manuel estaba enterrado de cuerpo entero salvo la cabeza y Mimi estaba a un lado de la puerta del Nexo, con su katana clavada en el estómago, también sin vida.

- ¡Ellos ya tuvieron que sufrir! ¿Por qué otra vez?

Ricardo no llegó a tiempo al puente donde se encontraban Luis y Cristina. El primero fue destrozado por la mitad por culpa de un hachazo de un guerrero de armadura roja. Ella fue atravesada por la lanza de otro guerrero. Dos muertes que tuvieron lugar en la mirada de Ricardo y que no pudo evitar. Corriendo hacia el puente, asesinó a ambos asesinos en cuestión de segundos y sin dejarles alguna oportunidad. A un lado del puente se encontraban Serena tumbada boca abajo en el agua y Rubén siendo el interior de una roca congelada en el lago.

- Ya no queda ninguno... Todos han muerto menos yo... Sólo me quedaban tres gemas más...

Ricardo estaba volviéndose loco. Simplemente caminó hasta el final del puente y se sentó en el borde del lago. No quedaban armaduras rojas en los alrededores del Nexo. Podían verse lágrimas en sus ojos a través de la máscara reptiliana.

- ¿Por qué? Nada tiene sentido. Me dan la opción de revivirlos y antes de eso les dan muerte. ¿Qué voy a ganar yo con todo esto? Volver a la vida ya no me hará tan feliz si no he podido hacer felices a otras doce personas que lo intentaron. ¿Tan egoísta hay que ser para vivir?

Ricardo se tumbó y empezó a quedarse dormido del cansancio. Despertó instantes después, en el Nexo. Esta vez el verdadero, no el alucinógeno por el cual había pasado todo ese tiempo. Paulina estaba allí, junto a todos los demás que esperaban la llegada del elegido, más confundido que nunca.

- ¡Da-Dadme un momento! ¡Necesito colocar esta gema antes que ninguna otra cosa!

Eso le permitió todo el grupo a Ricardo. Puso la gema marrón y Raúl apareció en carne y hueso tal y como lo hizo Serena.

- Raúl. ¿Cómo moriste en ese lugar?
- Me apalizaron unos guerreros con armadura roja.
- Sí. Lo sabía.

Ricardo lo miraba fijamente. Ningún rastro de la mirada fantasma. Todo era verdad.

- Serena. ¿Moriste ahogada en la Colonia Sumergida?
- ...
- ¿Sí o no?
- ¡Vale, sí! Salir con el casco de buceo roto no fue buena idea. Fui muy tonta.

Serena estaba muy avergonzada de contar eso.

- Manuel. Si no recuerdo mal, había arenas movedizas. Apuesto a que te tragaron.
- Sí. ¿Para qué engañarlo más?

- Rubén. ¿Congelado?
- Sí. El efecto de las paredes. Dolió bastante.

- Luis. ¿Alguien te asesinó con un hacha, verdad? Seguro que fue el comandante enano de la caza.
- No puedo protestar. Es cierto eso.

- Cristina. ¿Alguien te atravesó con una lanza?
- El hombre-cocodrilo. No lo llegaste a ver, pero era enorme.

- Mimi. Tu katana fue clavada en tu estómago, ¿verdad?
- Sí. Xin fue más hábil que yo y acabó así nuestro duelo.

- Víctor. Algo pasó en el laboratorio. Algo distinto a lo que me dijiste.
- Bueno. Un poco. Caí en la trampa del sector C y me desmayé sin poder escapar.

- Luisa. Moriste quemada. Pero no me cuadra que siga teniendo tu libro en mi poder.
- Porque fui estúpida y preferí salvar un libro antes que mi propia vida.

Estaba realmente molesta con eso. Se la notaba muy arrepentida.

- Francisco. ¿Algo que me hayas ocultado? Tiene que ver con tu cabeza.
- La que estaba en la celda del Caníbal. Fue horrible. Comerse a alguien vivo. Bueno, casi. Estaba sin piernas.

- Pau... ¿Dónde está Paulina ahora? Bueno, Gabriela. ¿Qué te pasó en realidad?
- Vampiros. Sentí cómo la sangre salía de mí. Era una sensación horrorosa.

Ricardo buscó a Paulina por El Nexo. Sin embargo, ella estaba fuera, en el mismo lugar donde Ricardo se había parado en la alucinación antes de volver a la realidad donde vivía temporalmente. Cuando finalmente pasó por allí, se alegró sobremanera.

- ¡Estáis todos vivos!
- En realidad no, ya sabes.
- Sí, sí. Pero seguimos aquí, Paulina. Así que me vas a tener que decir la verdad. Ahora que nadie está cerca. Lo voy a entender, sea lo que sea. Te voy a ayudar.

Paulina agachó la cabeza y respiró hondo. Estaba ruborizada, pero su pelo sin la coleta tapaba su rostro.

- Fue lo peor que pude hacer.
- ¿El qué?
- Los enanos me apresaron. Me dieron dos opciones. Morir en el acto o servirlos.
- ¿Qué dijiste?
- Yo quería vivir, así que decidí la segunda opción. Pero no pude aguantar lo que pasó la primera noche.

Paulina empezaba a hablar con una voz tomada por la tristeza. Empezaba a haber lágrimas en sus ojos.

- Cuéntamelo. Sé tan fuerte como lo fuiste aquel día.
- Me dieron una poción junto con la comida y yo no lo sabía. Me drogaron para que apenas pudiese moverme por mi cuenta. Entonces llegó un jefe de guerra enano que se aprovechó de mí. Esa noche me violaron. No pude soportar esa presión. Incluso imaginé que iría a suceder todas las noches. No pude conmigo misma y utilicé la cuerda con la que me ataron para suicidarme.

Ricardo abrazó a Paulina. Ella lloraba, pero no sabía si continuaba llorando de la tristeza al recordar ese momento o de alegría porque estaba en los brazos del hombre al que amaba.

- Eso ha sido como mi viaje por esa alucinación. Os he visto morir a todos vosotros tal y como me habéis confesado. Pero al final todo ha sido una pesadilla. Ahora, hay que terminar este desafío. Me queda muy poco.

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